Luego de pelearla durante un largo tiempo, la reconocida artista plástica y docente, Graciela Mosches, no pudo resistir más esta dura batalla contra el síndrome de Guillain-Barré.
Por Valentin Blas Fernandez // Graciela había sido diagnosticado hace un tiempo, con el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno autoinmune donde el sistema inmunológico se ataca a si mismo por equivocación. Su cuerpo estaba muy debilitado y en consecuencia sufrió un paro cardiaco, del cual no la pudieron reanimar. “Bueno, gente linda. Finalmente, mamá dio su último esfuerzo, lucho con todas sus fuerzas y las que recibía diariamente por parte de ustedes. Gracias a todos por su amor y generosidad, ella los quería mucho a todos”. Así comunicaba el deceso, su hija Lucia, a través de las redes.
Ahora todos se enteran que falleció, pero no todos saben quién era en vida y lo que transmitía. Graciela no solo era una gran docente y una artista plástica que a pesar de su enorme talento siempre prefirió mantener un bajo perfil. También era una talentosa poeta con una gran sensibilidad y una empatía que la caracterizaba, estos rasgos eran los que la diferenciaban del resto y que generaba una sensación de calidez humana para la persona que trataba con ella. Toda su vida estuvo vinculada con Ituzaingo, donde dejo varias muestras de su bello arte y que no solo sirven desde lo estético, sino que también son un recordatorio para que todos aquellos que vean esas obras, recuerden a Graciela.
Como bien decía Jorge Picolli, delegado de la Defensoría del Pueblo Bonaerense en Ituzaingo, no solo era una mujer talentosa y que nos deja una herencia artística muy importante, sino que era una gran amiga y generosa por donde se la vea. Todos los que hablan de Graciela y tuvieron la suerte de tratarla, tienen algo común, que destacan lo humano por sobre lo laboral/profesional, dejando en claro que por donde ella iba dejaba algo de lo cual el otro nunca se iba a olvidar.
Uno de los lugares que más marcaban a Graciela como artista y como persona, era su casa en la calle Brandsen. Un domicilio especial que sirve de “point” para que artistas de distintos distritos se junten a compartir su arte. A través de estas reuniones surgió la idea de nombrar la casa como “Casa Naranja”, lugar donde se exponen todo tipos de obras, desde fotografías hasta pinturas y poemas.
Otro sitio donde deslumbraba y daba a conocer sus pensamientos, sus ideas y sus obras no solo artísticas, sino que también humanas, eran la escuela pública. Un espacio donde Graciela dejaba todo y defendía porque lo veía como un instrumento de libre comportamiento, donde las mujeres y hombres se manifestaban en su estado más puro y donde podían formar un pensamiento crítico que los acompañaría en sus vidas.
Tuve la suerte de hablar con Belén Medina (@belenmedinapunk), una de las tantas alumnas que tuvieron el privilegio de tener a Graciela como profesora, en este en caso en la Escuela Secundaria N.º 5 Aupi de su querido Ituzaingo. “Tuve el privilegio de que comparta el cocimiento con nosotros, ella siempre intentaba unir y buscaba amigos. Nosotros éramos alumnos, pero nos trataba de igual a igual, nos daba consejos de la vida en varios casos.”, así sentía Belén el vínculo con Graciela.
Defensoría del pueblo bonaerense en Ituzaingo
“A los 15 empecé a estudiar música en la Escuela Municipal de Música Popular de Ituzaingo ( EMMPI ), por ese lado también tuve la suerte de cruzármela en una muestra de música, donde Graciela había hecho una obra de arte pero de material reciclable. Después era un clásico cruzármela en las muestras de “Casa Naranja”, donde siempre que me la cruzaba, charlábamos por horas y me invitaba a ver las obras en las que estaba trabajando, te pedía tu opinión aunque no fueses un experto solo por hecho de compartir el momento”, unos de los tantos lindos momentos que recuerda Belén.
A pesar de su muerte, Graciela es Ituzaingo y seguirá vigente como todo gran artista, en el recuerdo de cada persona, en cada obra hecha por sus manos llenas de magia y en los alumnos que tuvieron la suerte de tener de profesora a una mujer que quería ser más que eso para ellos, realmente quería ser una amiga y un oído.
Hasta siempre Graciela Mosches, emblema de Ituzaingo.